Este fenómeno no aparece de la nada. La combinación de una alimentación con demasiada sal, una hidratación deficiente, el descanso insuficiente y la falta de movimiento favorece que el cuerpo bloquee su sistema de drenaje interno. El estrés prolongado y el consumo habitual de bebidas azucaradas también contribuyen a este proceso. Cuando todos estos factores se suman, el organismo no puede realizar su trabajo de depuración de manera eficiente, y la acumulación de líquidos se convierte en un síntoma evidente de ese desequilibrio.
Frente a esta situación, existen medidas simples y efectivas que pueden aliviar el problema y promover un drenaje adecuado. Tomar suficiente agua es fundamental: aunque parezca contradictorio, cuando el cuerpo percibe que recibe poca hidratación, retiene más líquido para compensar. Reducir el consumo de sodio también es clave, ya que el exceso de sal actúa como una esponja dentro del organismo, atrapando agua en los tejidos. Mantener el movimiento durante el día ayuda a activar la circulación y evitar que los líquidos se acumulen en las extremidades, especialmente en las piernas y los tobillos.
Los alimentos ricos en agua y ciertos ingredientes naturales pueden colaborar en este proceso. Opciones como pepino, apio, piña, limón, perejil y algunas infusiones actúan como aliados para estimular suavemente la eliminación de líquidos. Si bien no son soluciones milagrosas, su inclusión en la alimentación cotidiana aporta beneficios que el cuerpo puede aprovechar para recuperar su equilibrio.
El descanso adecuado también desempeña un papel importante. Dormir pocas horas o presentar ciclos de sueño irregulares altera hormonas que influyen en la retención de líquidos, lo que genera inflamación persistente. Un cuerpo cansado no logra reparar ni regular sus funciones, y la hinchazón suele ser uno de los primeros signos en aparecer cuando esto ocurre.