El hígado es un órgano vital para nuestro bienestar, encargado de filtrar toxinas, metabolizar nutrientes, regular las grasas y facilitar la digestión. Sin embargo, cuando se ve sometido a una sobrecarga —por malos hábitos alimenticios, estrés, consumo excesivo de alcohol o medicamentos—, puede empezar a dar señales sutiles que no debemos pasar por alto.
Es común que un hígado fatigado no provoque dolores fuertes al principio, sino síntomas más discretos que suelen confundirse con otros malestares. Por ejemplo, si experimentas una fatiga constante, incluso después de una noche de sueño adecuada, podría ser un indicio de que tu hígado está funcionando por debajo de su capacidad. Otros signos incluyen hinchazón abdominal, gases frecuentes o una sensación de pesadez después de comer.
La piel también puede reflejar problemas hepáticos. Es posible que notes irritaciones, brotes de acné o manchas oscuras que aparecen sin una causa aparente. Asimismo, un mal aliento persistente o un sabor metálico en la boca pueden ser señales de que las toxinas no están siendo procesadas correctamente.