Entre el cansancio y la alergia comenzó a frotarse los ojos con fuerza todos los días. Lo hacía sin pensar hasta que

El queratocono ocurre cuando la córnea, que normalmente tiene una forma curva y regular, comienza a adelgazar y a proyectarse hacia adelante en forma de cono. Esa modificación impide que la luz se enfoque adecuadamente dentro del ojo, lo que genera visión borrosa, distorsión y una marcada sensibilidad a la luz. Incluso los lentes tradicionales pueden resultar insuficientes para corregir la disminución visual conforme avanza la deformación.

Aunque múltiples factores pueden influir en su aparición, uno de los comportamientos más asociados al desarrollo y progresión del queratocono es el acto repetitivo de frotarse los ojos. Lo que parece un simple alivio momentáneo puede ejercer presión excesiva sobre la córnea. Con el tiempo, esa fricción genera microtraumatismos que debilitan las fibras internas encargadas de mantener la estructura ocular. Cuando ese sostén natural se deteriora, la córnea pierde firmeza y puede empezar a deformarse.

El riesgo se incrementa en personas con ciertos antecedentes o condiciones particulares. Quienes padecen alergias oculares suelen experimentar picazón constante, lo que los lleva a frotarse los ojos repetidamente. También es más probable que surja en individuos con predisposición genética o en quienes pasan muchas horas frente a pantallas, ya que la exposición prolongada puede ocasionar sequedad ocular, parpadeo reducido y, por ende, más necesidad de frotarse.

Las consecuencias del queratocono son variadas y pueden ser progresivas. La visión borrosa, la distorsión de las imágenes y la necesidad cada vez más frecuente de cambiar la graduación de los lentes son señales frecuentes. En etapas avanzadas, la pérdida de estabilidad en la córnea puede requerir intervenciones quirúrgicas, desde procedimientos de refuerzo hasta técnicas más complejas, dependiendo de la gravedad del caso.

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