😔 Tres años de desprecio
Sofía nunca levantó la voz. No lo necesitaba.
Su humillación era fina, calculada, constante.
—Ay, Teresa, ¿todavía usas efectivo?
—No te preocupes, yo me encargo de los lugares “bonitos”. Estos restaurantes no son lo tuyo.
—Daniel, amor, dile a tu mamá que no opine de decoración. Esto es una boda moderna.
Mi hijo nunca intervenía.
—No exageres, mamá —me decía—. Así es ella.
Yo pagaba en silencio.
Porque sí: yo pagaba todo.
El departamento donde vivían.
El coche.
Los viajes.
Y finalmente… la boda.
💎 La boda de lujo
Sofía quería una boda “de revista”.
Hotel cinco estrellas.
Flores importadas.
Vestido europeo.
Más de 300 invitados.
Presupuesto final: obsceno.
—Es el día más importante de mi vida —decía—. Y tú puedes permitírtelo.
Nunca dijo “gracias”.
Una tarde, mientras ultimábamos detalles, me soltó la frase que cambió todo:
—Al final, Teresa, el dinero no sirve de nada si no sabes disfrutarlo.
Sonrió.
Yo también.
Pero la mía no fue una sonrisa amable.
Fue una decisión.
📞 La llamada
Esa misma noche hice varias llamadas.
Al hotel.
Al florista.
Al diseñador.
Al banquete.
—Buenas noches. Quisiera cancelar todas las reservas a nombre de Sofía Ramírez.
—¿Motivo?
—Cambio de prioridades.
Recuperé cada peso.
Cada anticipo.
Cada contrato.
Y luego escribí un solo mensaje en el grupo familiar:
“La boda queda cancelada. Mañana hablamos.”
😱 El estallido
A la mañana siguiente, Sofía llegó furiosa a mi casa.